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Casa en espina de pez

febrero-2021 - julio-2022
L’Eixample, València
Colaboradores:

Adrián Ripoll. Estudiante de arquitectura
Tatiana Perea. Estudiante de arquitectura
Milena Villalba. Fotógrafa

Max y sus padres viven en la misma casa. Hoy por hoy normalmente llegan juntos, pero en un futuro Javi y Mónica se imaginan estar reposando en el sofá del salón u organizar una fiesta con amigos en la terraza y que Max pueda llegar a su zona de estudio sin la necesidad de molestar o involucrarse en su vida diaria.

Exprimir al máximo la oportunidad que ofrecen las dos puertas de acceso existentes y las numerosas entradas de luz ha sido el punto de partida para resolver un apartamento alargado y estrecho con una disposición tan típica de las viviendas del ensanche.

Nuestra prioridad proyectual ha sido trazar recorridos circulares con el fin de diluir y desdibujar la longitudinalidad de la planta, reforzando además con este gesto las ventilaciones cruzadas y las entradas de luz natural.

Gracias al trazado de vistas sin fin y recorridos circulares, el corredor es un juego de dilataciones y contracciones, llenos y vacíos, luces y sombras a merced de los usuarios, consiguiendo de esta manera una distribución altamente fragmentada pero continua dentro de una pastilla estrecha y alargada.

Los espacios consecuentes del programa se articulan y encadenan a través de largos ejes visuales.Tanto estas vistas infinitas como los habitáculos se pueden ir comprimiendo y descomprimiendo, abriendo o cerrando según vayan necesitando.

Así, la vivienda se divide en una zona de día abierta, una zona de noche para Max en la que pueda dormir y estudiar, y una segunda zona de noche en la que poder tener un vestidor y una bañera.

El acceso principal da paso a la parte social de la casa, un salón comedor que se amplía gracias a la terraza casi de su mismo tamaño que tiene adherida.
Le sigue la cocina a modo de pabellón abierto a la zona de día y al pasillo, siendo este punto donde empieza la estrategia de adueñarse de la espina.

Articulándose con ésta mediante un juego de volúmenes está la habitación de Max. Se compone de dos piezas del mismo tamaño y misma importancia que podrá utilizar indistintamente como zona de dormir, de lectura, de estudio o de trabajo encadenadas a través del pasillo vestidor y cuya privacidad podrá controlar mediante dos grandes puertas correderas. Con esta estrategia se desdibuja el concepto de habitación única y cerrada y se convierte en una habitación discontinua que se organiza con la sucesión de estancias, pudiéndose entender como un único espacio cuando las dos puertas correderas se quedan abiertas y en tres espacios cuando las puertas están cerradas. Además de poder tener acceso directo al pequeño mundo de Max a través de la puerta de acceso secundaria.

Finalizamos el recorrido con una suite en la que el pasillo sigue fluyendo hasta llegar al extremo de la habitación donde se encuentra la zona de los padres. Accedemos a la habitación a través de un tocador que da paso a la zona de relajación compuesta por una bañera acompañada de una estantería y una cama.

Con la misma intención se ha trabajado la materialidad y el color en la vivienda. Partiendo de un traje neutro, se salpican de texturas y colores los hitos a lo largo del recorrido. El color verde en diferentes texturas y tonos es el elegido para hacer las salpicaduras, como si la gran vegetación que tienen los clientes en la terraza entrara en el interior de la casa para ordenar los hitos y borrar la longitudinalidad del uso impuesta por la forma heredada.

Casa en espina de pez

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