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Casa mira qui passa

mayo-2024
Cheste
Colaboradores:

Adrián Ripoll Ortolà. Arquitecto
Diego Romero. Temcco. Cálculo de estructuras

La casa se ubica en una parcela pasante entre dos calles del perímetro oeste del casco consolidado de Cheste. La mayor peculiaridad desde el primer momento vino determinada por la excesiva estrechez de la parcela, 3,50 metros en su lado más ancho y 2,80 metros en el opuesto, lo que fue un aspecto fundamental en el momento de iniciar el proyecto. 

Con mucha pena tanto para nosotras como para el cliente, tuvimos que realizar la demolición de la construcción existente en la parcela, la que había sido la casa familiar en al menos dos generaciones. Esta, a pesar de ser pasante también entre las dos calles, construía la vivienda sobre el lado más estrecho, dejando un patio recayente sobre la fachada opuesta. Sus dimensiones no cumplían con las medidas mínimas exigidas en la normativa de habitabilidad vigente, de modo que era inviable llevar a cabo en ella una transformación en una construcción contemporánea, superando con creces el ya difícil encaje que ha supuesto integrar una vivienda con interés espacial en una parcela de estas características. 

No obstante, de la casa familiar nos servimos para trasladar a la nueva vivienda algunas trazas espaciales y evocar su memoria, sobre todo a la sensación de amplitud en altura para contrarrestar la sensación de estrechez de la parcela. Podría decirse por tanto que el trabajo en sección unido a invertir la posición de la vivienda en la parcela, sobre el lado más ancho y dejando el patio en su lado más estrecho, constituyeron el punto de partida del nuevo proyecto. 

El programa requerido era sencillo: un salón-comedor-cocina abierto a un patio en el que ubicar una pequeña alberca y un espacio para almacenaje; un dormitorio, un estudio en el que teletrabajar y, como piezas cerradas, un aseo y un baño. 

El acceso a la planta baja se realiza a través de un vestíbulo en contacto con la calle, concebido como un espacio donde descalzarse y dejar el abrigo. Este se separa del resto de la planta mediante un tamiz. A partir de ahí, el espacio es prácticamente diáfano y se relaciona directamente con el patio, destacando únicamente en el centro un núcleo cerrado que alberga un aseo y un lavadero. El trabajo en sección se desarrolla mediante plantas descabalgadas, presididas por una escalera en espiral que, a modo de mirador, se convierte en la protagonista de la casa.

Un primer tramo lleva al estudio que mira al patio y, desde aquí, un segundo tramo a la zona de dormitorio y baño, separado este en tres piezas. El recorrido en altura se colmata con un lucernario en la cubierta a dos aguas que aporta luz y riqueza al espacio.

En la organización de la vivienda hemos querido aportar ligereza, amplitud, circulaciones fluidas, ventilación cruzada, visuales largas y mucha iluminación. 

El trabajo en sección se completa en el patio que se cubre en la fachada opuesta al volumen de la casa por un forjado en el que poder tener un solarium y muchas plantas, a la vez que oculta la zona de almacenaje requerida. 

La materialidad es honesta y discreta, a la vez que atrevida en el uso del color.

El tratamiento de las fachadas que dan a la calle se resuelve con elementos que se identifican con el lugar, como el mortero de cal como revestimiento y las persianas alicantinas como protección solar. 

En la fachada principal, orientada al oeste, los huecos se diseñan de forma contenida y adaptada a la escala y al ritmo de las viviendas vecinas. Solo se abren dos: una balconera en la planta primera y una puerta de acceso en planta baja. Esta última permite múltiples configuraciones de apertura: puede abrirse completamente para entrar y salir, a media hoja para permitir una conversación entre el interior y el exterior, dejarse con la ventana abierta para ventilar o simplemente con la contraventana entreabierta para permitir el paso de la luz.

En la fachada que recae sobre el patio nos permitimos mayor libertad material y mayor transparencia con aperturas más grandes en relación al patio y al sol del este por la mañana. Nos imaginamos una agradable lectura desde el interior del estudio con vistas largas hacia el fondo de perspectiva que supone la frondosidad del forjado cubierto por plantas o una cena de verano en el patio en el que el interior y el exterior se funden y el sonido del agua que cae sobre la alberca se funde con los grillos. 

Hacia la calle opuesta se construye una falsa fachada mediante una celosía cerámica, en la que se abre un único hueco a modo de balcón. Este permite asomarse, acercarse visualmente a la calle y ayuda a desdibujar el límite entre el interior y el exterior. Es un balcón pensado para mirar quién pasa, facilitando así el encuentro entre lo público y lo privado.

En los detalles se aporta el color y en los forjados y elementos del interior la materialidad ligera: los forjados entre plantas se resuelven con chapa colaborante que queda vista y el forjado inclinado de cubierta se resuelve con perfiles de acero también visibles y lacados en color blanco. El núcleo central compuesto por la escalera, las pasarelas y el aseo de planta baja se convierten en los elementos protagonistas en el interior y, como una escultura central, se tiñen de azul. El mismo color, modificando su tonalidad, coloniza el resto de la casa en los detalles: pasamanos, carpinterías, detalles en el pavimento o remates en las fachadas. El resto se resuelve con maderas en tonos medios para los elementos de mobiliario, bloques de pavés para permitir que la luz que entra se disipe, soleras continuas con el grano visto para resolver los pavimentos y enlucidos de arcilla para los revestimientos de las paredes. 

En suma, un proyecto delicado, contenido y ligero que se integra en su entorno a la vez que se erige como una nueva vecina. 

Casa mira qui passa