“Les pinyes del Cabanyal” es la intervención en una vivienda unifamiliar de dos plantas construida en 1924 cuya fachada, ornamentada y con protección patrimonial, escondía una planta de apenas 50 m2 y cuya ventilación se producía por el intercambio entre los huecos de fachada y una chimenea posterior. A lo largo de los años había recibido diferentes reparaciones en su interior de poco calado y en el momento de recibir el encargo llevaba varios años prácticamente abandonada.
Nuestro cometido era intervenir en ella sin ampliar volumen y transformarla en un edificio con dos apartamentos independientes y una tercera planta técnica.
A nivel distributivo estábamos muy constreñidas por las dimensiones de la planta, más aún cuando debíamos alojar en ella una escalera de uso común para dar acceso a las plantas superiores.
Por otro lado, el principal objetivo fue convertir un interior sin prácticamente iluminación natural – por su parte trasera únicamente existe un tragaluz que introduce iluminación natural difusa-, en una sucesión de espacios agradables llenos de detalles.
Vaciamos parcialmente el interior, incluyendo una escalera de bóveda de un tramo con una pendiente excesiva, y reforzamos la estructura existente para poder apoyar sobre ella un nuevo forjado en el espacio que quedaba oculto entre el cañizo y la cubierta inclinada.
Construimos una escalera nueva y cómoda que uniese las tres plantas y que fuese en sí misma un espacio acogedor desde el pequeño zaguán de acceso hasta el desembarco en la planta desván.
Los dos apartamentos iban a ser iguales en su distribución -un espacio abierto en la que el único cubículo cerrado es una caja que contiene el baño sin llegar a tocar al techo-, pero a nivel espacial y sensorial quisimos que apareciesen modificaciones que, aún no siendo grandes intervenciones arquitectónicas, hiciesen que cada planta fuese única y especial.
La planta baja conserva el forjado existente de vigueta de madera y rasillón cerámico como entrevigado, mientras que en la primera planta se construye uno nuevo: la primera crujía está cubierta por un forjado mixto acero hormigón que deja a la vista la chapa y las vigas metálicas cambiando profundamente la apariencia por contraste con lo existente; y la segunda crujía, sobre el baño y la cocina, se cubre con un forjado de madera situado a mayor altura sobre el suelo para conseguir un desahogo. El recorrido finaliza en el desván cuyo forjado inclinado -la cubierta del edificio-, antes oculto por el cañizo, queda ahora a la vista.
Dentro de las posibilidades que la normativa nos permitía para un edificio protegido, desde el primer momento tuvimos una intención muy clara en diferenciar lo existente de lo nuevo. Intentamos sacar brillo a la preexistencia sin rehabilitar de manera mimética ni tampoco haciendo que la intervención compitiera con ella, sino que intentamos armonizar ambas partes de manera que pudiéramos reinterpretar el pasado con las letras del presente.
En la fachada rehabilitamos las carpinterías de madera que se encontraban en mejor estado (como las puertas de acceso) y resaltamos los detalles preciosistas de las contraventanas realizados por un ebanista, devolvimos el color plata tan característicos del barrio a las barandillas del balcón y limpiamos las molduras del paramento para dejar a la vista la rica decoración.
En el interior recuperamos los pavimentos hidráulicos pero, en lugar de volver a colocarlos de la misma manera una vez reparados, los utilizamos en el perímetro para quitar peso visual e introducir luz en las viviendas, y lo sustituimos por una cerámica clara como pavimento. De los colores del hidráulico nos servimos para trabajar en los diseños interiores: la caja del baño y las carpinterías del tragaluz las pintamos en color burdeos y los detalles de la barandilla así como los pavimentos de la escalera en mostaza.
Las formas redondeadas de la fachada quisimos trasladarlas al interior: al despiece de los pavimentos en el recorrido de la escalera, a la suavidad del pasamanos o al volumen del baño como pieza escultórica.
En suma, se trata de una rehabilitación en la que se ha trabajado con cariño sobre cada detalle de forma cuidadosa y delicada, respetuosa con la preexistencia pero sin caer en un mimetismo, que permite resaltarla por contraste.