Si proyectar edificios para nosotras es importante, no lo es menos trabajar los espacios exteriores y ese límite difuso entre el interior y el exterior. El lienzo en blanco no existe, y heredar las trazas de lo existente es fundamental para poder arrancar con el nuevo proyecto. Nuestras intervenciones están arraigadas al territorio, respetando lo que ya funciona y evitando hacer soluciones ajenas a lo preexistente. Nuestra responsabilidad como arquitectas conlleva investigar, estudiar el espacio en el que vamos a hacer la futura intervención con el fin de que esta sea reconocida por los futuros usuarios y sigan sintiéndolo como propio. También prestamos mucha atención en los casos en que haya patrimonio con el objetivo de respetarlo y realizar las intervenciones necesarias para protegerlo y permitir que perdure en el tiempo. Ponemos interés tanto en la pequeña escala como en el proyecto en su globalidad. Buscamos lugares seguros y accesibles, donde todas las personas se puedan sentir seguras e incluidas y en los que poder desconectar, descansar y socializar. Nos gusta introducir la alegría, la luz y el romanticismo a través del color. No como algo ajeno, sino con una intención bucólica. Queremos forzar, de algún modo, a los usuarios a dibujar una sonrisa y aflorar buenos sentimientos. Buscamos conseguir lugares que permitan soñar y fluir. Impulsamos transformaciones sostenibles donde la protagonista sea la vegetación y se empleen materiales cercanos con el objetivo de mejorar la permeabilidad, la frescura y la ligereza.